OPINIÓN DE ESPECIALISTAS

CIRCUITO TIERRA Y LIBERTAD: EL PROYECTO QUE REDEFINE LA IDENTIDAD DE MORELOS.

Por: Valentín Parada

Spacio Inmobiliario.

En un giro digno de la mejor comedia política, el gobierno de Morelos ha decidido lanzar su flamante proyecto llamado “CIRCUITO TIERRA Y LIBERTAD“. La idea parece ser tan revolucionaria como un rayo de sol en una tormenta, porque en realidad, cumple con todos los requisitos para ser un mero pasatiempo sin ninguna relación aparente con lo que la gente realmente necesita: identidad, historia, y sentido de pertenencia, además de la movilidad de personas y mercancías.

En primer lugar, el nombre. “Tierra y Libertad”. Ah, qué hermoso, ¡el sueño de los libertadores! Pero la realidad muestra que, si bien el proyecto aspira a conectar lugares, en la práctica, parece más un laberinto de calles recién asfaltadas sin historia alguna que contar. Porque, claro, ¿qué mejor manera de promover la identidad que construyendo un circuito sin alma, y, por supuesto, sin coherencia?

Y aquí surge la primera duda: ¿es el proyecto “Circuito Tierra y Libertad” solo una pavimentación de alrededor de 650 kilómetros de caminos rurales que el propio Gobierno de Morelos anunció? ¿Eso es todo? ¿El circuito, en realidad, no va mucho más allá de simples obras de mantenimiento, disfrazadas de gran proyecto de identidad? Porque si esa es la propuesta, entonces la preocupación crece: ¿cómo se supone que los morelenses identificamos este circuito Tierra y Libertad? ¿Con qué características de TRAZO GEOMÉTRICO lo diferenciamos del resto de la red de caminos rurales? Porque, si no hay un diseño especial, un criterio único, o algún rasgo distintivo que tape la desigualdad de estos caminos en su estructura, entonces, ¿en qué se basa la supuesta “identidad” que pretende promover?

Pero las dudas no terminan allí. Se ha hablado de que este circuito será más de dos carriles, algo así como una autopista de alta velocidad que recorrerá los caminos rurales, ¿verdad? La intención de hacer un circuito de varias dimensiones, con más de dos carriles, suena bien en la teoría, pero en la práctica levanta muchas incógnitas: ¿esto significa que será un trazado que soporte un flujo de tránsito elevado? ¿Y la seguridad? ¿Contará con iluminación en toda su extensión o será una especie de túnel oscuro donde los accidentes, las sombras y penumbra se vuelvan los protagonistas? Porque, de ser así, el nombre “Circuito Tierra y Libertad” termina de quedar en evidencia: más que libertad para transitar, lo que se avecina será un circuito de sombras y oscuridad, cultivo para ladrones y asaltantes.

Otra cuestión importante es el análisis del tránsito diario promedio anual que se ha considerado para determinar que esto en realidad será un circuito. ¿Realmente existen estudios que avalen que esa cantidad de tránsito justifica una obra de tal magnitud? ¿Se está pensando en la movilidad de toda la población y mercancías o solo en un segmento reducido? La verdad, todo parece indicar que no, que más que un análisis serio, lo que hay es una apuesta improvisada con un montón de supuestos que solo parecen existir en los anuncios oficiales.

Y, si todo esto no fuera suficiente, una forma visual de entender el proyecto sería compararlo con una pista de Hot Wheels: un circuito colorido, con curvas imposibles, sin lógica de diseño y que, en el fondo, solo busca parecer una gran obra de ingeniería, pero que en realidad acabará siendo solo un camino pintado en un parque de juguete. Ese circuito, con sus curvas exageradas y colores llamativos, sería la mejor forma de ilustrar la realidad: una obra sin coherencia, sin historia y, sobre todo, sin sentido verdadero.

En conclusión, “Circuito Tierra y Libertad” sería más apropiado llamarlo “Circuito sin Tierra ni Libertad”, porque en realidad, eso parece ser lo que representa: un plan de bacheo y asfaltado disfrazado de proyecto revolucionario, que no cumple ni con las condiciones básicas de un circuito, mucho menos con la intención de fortalecer la identidad de Morelos. La falta de rigidez en el análisis, la superficialidad del diseño y la ausencia de un plan coherente hacen que este proyecto sea simplemente una más de tantas ocurrencias que parecen haber salido del baúl de los recuerdos del estado.

Pero, claro, quién necesita historia, identidad o seguridad cuando se puede tener un camino bacheado, de dos angostos carriles y, quizás, algunas luces, que solo servirán para que los más distraídos confíen en que algo importante está sucediendo en Morelos. Y, mientras tanto, la verdadera identidad de los morelenses, esa que se ha construido a través de siglos de historia, sigue siendo mucho más sólida y resistente que cualquier circuito improvisado.