Buscamos el sentido de la vida en lugares solemnes: en los libros, en la espiritualidad, en los grandes propósitos. Pero pocas veces pensamos que quizá, una de las formas más humanas de darle sentido a todo, está en algo tan simple —y tan profundo— como reír.
El sentido del humor no es una evasión ni una negación del dolor. Es una forma de mirarlo distinto. Cuando logramos reír, incluso en medio de la adversidad, ejercemos una libertad interior: la de no dejarnos dominar por lo que sucede.
Viktor Frankl decía que el humor es una de las armas del alma en la lucha por la supervivencia. Porque reír, cuando parecería imposible hacerlo, es afirmar que seguimos vivos.
El humor nos permite tomar distancia del sufrimiento. No lo borra, pero lo hace más liviano. Nos recuerda que, aunque no podamos controlar las circunstancias, sí podemos elegir nuestra actitud frente a ellas. Y en esa elección se encuentra parte del sentido de nuestra existencia.
El humor auténtico no se burla del otro, se reconcilia con la imperfección.
Nos invita a reírnos con la vida, no de ella. Y, en el fondo, nos enseña a aceptar lo que somos: seres imperfectos, sensibles, que a veces solo podemos seguir adelante con una sonrisa que brota del alma, no de la ironía.
Reflexión final
Reír no es distraerse del dolor, es desafiarlo. Porque, a veces, el verdadero sentido de la vida no se encuentra en una gran respuesta, sino en una carcajada a tiempo.
Amado de la Rosa.
Terapeuta Especialista en Inteligencia Emocional
Para consultas contáctame al 7775673378
Sígueme en redes sociales: @amadodlarosa