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Guadalupe Martínez Donjuan: 55 años de revelar el pasado

Por su extensa trayectoria y aportes a la investigación antropológica a lo largo de 55 años en la sede del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Morelos, la arqueóloga Guadalupe Martínez Donjuan fue reconocida.

En nombre del director general del INAH, Joel Omar Vázquez Herrera, la coordinadora nacional de Difusión, Beatriz Quintanar Hinojosa, entregó la distinción con la que se enaltece las contribuciones de la investigadora al estudio arqueológico en Morelos y Guerrero.

El reconocimiento se enmarcó en la apertura de la cuarta edición del INAHfest en la entidad, el cual ofrecerá diversas actividades académicas y culturales al público, hasta el 24 de octubre.

Las ovaciones comenzaron con las palabras que dedicó a la arqueóloga el titular del Centro INAH Morelos, Víctor Hugo Valencia Valera, a quien expresó su agradecimiento por medio siglo de trabajo y generación de conocimientos para la comunidad científica.

En su juventud, la curiosidad por conocer los orígenes de sus ancestros en el estado de Guerrero, llevaron a Guadalupe Martínez a descubrir la arqueología de la mano de investigadores como Pedro Armillas (1914-1984), Johanna Faulhaber Kamman (1911-2000), José Luis Lorenzo Bautista (1921-1996) y Román Piña Chan (1920-2001), entre otras notables personalidades de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

“La arqueología me ha dado tres grandes regalos”, relató la investigadora al condensar cinco décadas de trabajo y experiencias en campo, desde que ingresó al instituto, en 1972.

La primera, dijo, fue comenzar a estudiar la Zona Arqueológica Las Pilas, en la localidad morelense de Jonacatepec de Leandro Valle, un asentamiento que tuvo su apogeo en el periodo Clásico Temprano (200-600 d.C.).

La importancia de este lugar, añadió, radica en los vestigios que muestran un complejo sistema de captación de agua y la posición de los entierros en forma de flor de loto. De estos trabajos arqueológicos se desprende el libro Las Pilas, Morelos, editado por el INAH, en 1979.

“El segundo obsequio fue trabajar en la Zona Arqueológica de Huamuxtitlán, en Guerrero, donde encontré dos ofrendas impresionantes: en una había una cajita que contenía dos cuchillos de pedernal, una osamenta humana incompleta, así como una cuenta de piedra verde; la otra, se componía de 23 cuchillos de pedernal y restos óseos de un felino, una serpiente y un gavilancillo o aguililla, elementos de gran simbolismo para comprender las expresiones culturales de esta región, ocupada desde el año 1200 de nuestra era”.

El tercero, prosiguió, se trata de la Zona Arqueológica de Teopantecuanitlán, en Guerrero, urbe prehispánica que tuvo su apogeo de 1400 a 600 a.C., única por resguardar arquitectura monumental de estilo olmeca.