En posición de meditación, Buda sabía, que así mostraba a sus discípulos el sendero de la sabiduría; el silencio era tan apreciado, que los discípulos permanecían el mayor tiempo callados; sólo podían interrumpir, si era más importante y valioso que el silencio, lo que se atrevían a decir.
Aprendamos a que nuestra ociosidad, sea sinónimo de creatividad; sólo quienes no han descubierto la inagotable riqueza y belleza en su interior, son seducidos por la vana apariencia y distracción exterior.
Sin lugar a dudas, una de las más grandes bendiciones, es que no esté sujeta a la voluntad ajena, la alegría o la tristeza de nuestros corazones.
Es en la soledad donde enfrentamos mejor a la adversidad; con la ayuda de la luz de la conciencia; es en el silencio, cuando encontramos respuestas y soluciones, que trascienden la rigidez de la lógica y la razón de la ciencia.
Desde la antigüedad, todo es relativo; y lo sigue siendo hasta nuestros días; si sólo cuentas con un mendrugo de pan, para la mayoría es motivo de melancolía; pero en manos de un mendigo, es regocijo y alegría.
Hay quien sugiere que los viajes cortos y breves, los hagamos en soledad; para recrearnos en la paz y la serena sabiduría; pero los viajes largos, vale la pena hacerlos con una amorosa compañía, para compartir y disfrutar la belleza y la alegría.
La soledad nos enseña a ser ordenados y disciplinados; a estar con nosotros mismos interconectados; las nuevas ideas, la creatividad y la genialidad, surgen y se despliegan en la soledad; la solitaria y silenciosa meditación; contribuye en nuestro saludable desarrollo y necesaria y provechosa evolución.
La Humanidad es una fascinante biblioteca ambulante; somos libros abiertos, impresos en la memoria del universo; cada existencia sufre y disfruta sus propias y diversas experiencias.
Es por demás intentar encasillar a cada Ser Humano, en estilos y formatos establecidos; cada uno de nosotros somos originales e irrepetibles; nuestros caracteres se conforman con todo lo que hemos vivido.
Aunque nadie está exento de ser criticado, insultado o maltratado por sus opiniones y acciones; conviene hablar y actuar con prudencia, con sabiduría y con amor en nuestros corazones.
Sólo en la soledad podemos tomar conciencia de lo efímero y vanidoso de la apariencia corporal; y de lo eterno y valioso de nuestra esencia espiritual.
Cuando se despierta la conciencia; se vive con la certeza, que trabajan a nuestro favor, todas las fuerzas de la divina providencia.
Apreciar el mundo que nos rodea con gratitud, implica evitar descontentos e insatisfacciones en nuestros corazones.
Es en el silencio y la soledad, donde se resuelve vivir con determinación, pasión, fortaleza e integridad.
El silencio es el lenguaje del alma; él nos conduce a las fuentes eternas de la verdad y la calma; es un diálogo sublime; el instrumento del amor, que todo lo restaura y lo redime.
En el devenir de la existencia, todo pasa, todo cambia y todo vuelve a renacer; así también es el amor que inspira una Mujer.
No permitamos que nuestras existencias sean un penoso sufrir; nada hay más lamentable, que, voluntariamente y por ignorancia, transformemos en un infierno, nuestro vivir.
Renovados nuestros espíritus en el silencio y la soledad; proclamemos la paz y la libertad.
Alfombremos con cantos, danzas, risas, abrazos y besos, nuestros terrenales senderos; y dejemos como parte del paisaje, ondeando como homenaje; el estandarte de los amores eternos y sinceros.
Cantemos y dancemos al ritmo del palpitar del universo; y hagamos latir los corazones al inventar y recitar amorosos y apasionados versos:
DAME UN BESO MUJER, Y DIME QUE ME AMAS;/ NO ME IMPORTA QUE AYER, A OTRO HAYAS AMADO;/ NUESTROS CORAZONES HOY, ESTÁN ARDIENDO EN LLAMAS;/ ¡¡AMÉMONOS!! PORQUE TAL VEZ MAÑANA;/ SOLÓ SEREMOS CENIZAS DE UN PASADO.
BENDECIDO MES DEL AMOR Y LA AMISTAD.
LA MISIÓN DOCENTE.
Nicanor Pérez