que éste tiene entre la población. La ciudadanía desconfía del discurso y acciones de los partidos políticos, se considera que estas organizaciones no representan las aspiraciones materiales y económicas de la mayoría de la población.
Los partidos que más rechazo provocan son PRI, PAN y PRD. Es notable en el PRI la pérdida de votos por su antigua fama como partido de políticos corruptos de verbosidad demagógica y simulación política. El PAN tras dos sexenios en la Presidencia de la República, demostró que su único proyecto de gobierno fue dar continuidad al desmantelamiento del Estado social en beneficio de grupos empresariales; este partido encabezó dos sexenios de alta corrupción como lo hacía el PRI. Por último, el grupo que arrebató las decisiones en el PRD, optó en 2012 por sumarse a la cúpula gubernamental-empresarial cuyo propósito era rematar y apropiarse de los bienes materiales, naturales y económicos de México.
Las elecciones federales de 2018 dieron un triunfo inobjetable y contundente al partido del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador. Más de 30 millones de votantes le otorgaron en aquella jornada no sólo la jefatura del Poder Ejecutivo, sino un respaldo moral no registrado por presidente alguno en toda la segunda mitad del siglo pasado.
Partidos y empresarios saqueadores recibieron un descalabro mayúsculo en 2018, el mensaje de la población fue ya no más una política económica de enriquecimiento injusto y desigual, de entrega de nuestros recursos para beneficio de unos cuantos, y empobrecimiento para más de la mitad de los habitantes que orilló a cuando menos 10 millones a emigrar principalmente a Estados Unidos, por la necesidad de conseguir sustento que en nuestro país se negaba. Los electores decidieron ese año rechazar a políticos corruptos y entreguistas, para dar paso a una oferta política de bienestar social.
Al cabo de más de cinco años sigue siendo mayoría la población que ha optado por esta política, así lo demuestran estudios demoscópicos nacionales y del extranjero. No es extraño que mexicanos radicados en Estados Unidos rechacen a representantes del pasado empobrecedor. Éstos y éstas expresan su nula comprensión y al rechazo le llaman odio, son incapaces de aceptar que los mexicanos manifestantes en el extranjero han decidido continuar apoyando la política de bienestar.
También existe la sospecha que los personajes de la alianza opositora, al ver que está cantada su derrota en las urnas ante el número de votos que se prevé en favor del partido del presidente mexicano, hacen campaña en el país del norte para ver si de allá consiguen apoyo para sabotear el resultado por otra vía que no sea la electoral. La corrupción, el delito, el fraude no son recursos que desconozca la actual oposición.
Por: Miguel Melo González