Hay cosas que solo se sienten. Un dolor que no sabes explicar, una alegría que te desborda, una mirada que lo dice todo sin hablar. Cuando intentamos ponerle palabras… algo se pierde. Como si el simple hecho de nombrarlo le quitara fuerza a la experiencia.
Eso es lo que Lacan llamaba: “la palabra mata la cosa”. No porque hablar sea malo, sino porque lo que decimos nunca es exactamente lo que vivimos. La palabra es un intento de atrapar algo inmenso en un espacio pequeño.
Es un mapa, no el territorio. Y sin embargo, hablar también es necesario. Porque cuando callamos demasiado, el dolor se enquista, la confusión crece y las emociones se vuelven nudos que pesan en el cuerpo.
Ponerle nombre a lo que sentimos no es traicionar la experiencia… es darle un lugar para existir fuera de nosotros, para compartirla, para comprenderla mejor.
La inteligencia emocional nos enseña esto:
Que las palabras no son la emoción…Pero son un puente para procesarla y transformarla. Nos ayudan a entendernos y a ser entendidos.
A no quedarnos solos con lo que nos pasa.
Reflexión final
Sí, al decirlo puede que la emoción ya no se sienta igual. Pero quizás eso es precisamente lo que necesitamos: Quitarle el peso, darle forma, convertir lo que nos duele en algo que podamos mirar sin miedo. Porque a veces, matar la cosa con palabras es lo que finalmente la libera.
Amado de la Rosa.
Terapeuta Especialista en Inteligencia Emocional
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